lunes, 25 de noviembre de 2013

Lágrimas de poeta.



Pasan las horas, pasan las penas,
cae la lluvia sobre la tierra,
corren los ríos, crece la hierba,
duermen las olas sobre la arena,
luchan los hombres buscando una meta,
yacen las flores pálidas y muertas,
lloran los olvidados, sufre la naturaleza,
claman las voces del triste y el profeta.
Son un millar de corazones rotos,
son las lágrimas del poeta.



Pequeño poema inspirado en un capítulo de mi novela "La maldición del mundo muerto. Libro I: Estrellas", con la que me encuentro en proceso de buscar editorial para su publicación.




jueves, 21 de noviembre de 2013

Sobrevolando el infierno - Capítulo XI: Ojos verdes



     Por fin, tras varios días continuos de nubes por doquier, tras varias tardes de suaves pero odiadas lluvias acompañadas de alguna tormenta, el sol comenzaba a lucir de nuevo en el tétrico cielo. Sus rayos volvían a asomarse con lentitud y frugalidad, como niños tímidos y asustados que asoman con miedo la cabeza bajo las mantas, queriendo comprobar esperanzados si los rayos y truenos ya han pasado de largo.
     Los pájaros que, osados, se habían atrevido a volver a pesar de lo temprano de la época, volaban atareados entre los árboles de los parques, buscando con qué construir algún que otro nido junto a las primeras flores. Éstas, comenzaban a abrirse saludando por fin a la ya bien entrada primavera, cubriéndolo todo con sus mil colores, como si nunca se hubiesen marchado de aquel lugar.
     <<¡Qué fácil les resulta a los pájaros y a las flores!>> Pensó Bennu mientras atravesaba el parque, tratando de acortar su recorrido <<Ellos, a pesar de tener que marcharse cada año, siempre regresan con sus alegres vocecillas sin quejarse, sin rendirse, siempre en busca del buen tiempo. Y las flores, cubren todos los árboles, les dan color, les dan vida, casi haciendo olvidar que un día el invierno llegó a sus hojas... Todo cambia y todo permanece y la naturaleza se recupera rápido sin sufrimiento, dolor o rencor...>>
     Siguió caminando despacio absorta en sus pensamientos por el silencioso y tranquilo parque, imaginando que estaba sola en un mundo nuevo, admirando sus maravillas, perdiéndose en sus rincones. Sus grandes árboles...las hojas bailando al son del viento...los pájaros cantando...las mariposas libando sobre las flores...los rayos del sol asomándose entre las ramas...la arena del camino perdiéndose en la lejanía...la figura de un hombre caminando en su dirección...
     La figura de un hombre caminando en su dirección.
     Bennu se paró en seco durante unos segundos tratando de volver a la realidad. Alguien venía en su dirección. No estaba sola. Lo había olvidado.
     Continuó andando despacio, mirando a la figura lejana que se acercaba a ella y tratando de aparentar naturalidad. La otra persona no dio señales de haberse percatado de su abstracción mental momentánea, pero estaba demasiado lejos y aún no le veía bien: no sabía la expresión que podía albergar su cara. Podía estar riéndose, podía estar extrañado, podía estar mirándola, podía no mirarla,...podía tantas cosas...
     Paso a paso se fueron acercando inexorablemente el uno al otro. Bennu no se atrevía demasiado a levantar la vista y mirarle fijamente ni tampoco encontró razones lógicas para observar a un extraño, pero la curiosidad ganó la batalla contra la vergüenza y lo hizo. Se fijó en que llevaba una gabardina larga negra, que le tapaba casi por entero, los pantalones y zapatos igualmente negros y las manos escondidas en los bolsillos. Cuando ya se encontraban a tan sólo unos pocos pasos de distancia, alzó un poco más la cabeza para mirarle a la cara y, sin poder evitarlo, se volvió a quedar parada en seco de la conmoción.
     Se encontró de frente con una melena hasta los hombros de pelo de un negro muy intenso, una cara de rasgos finos que transmitían a la vez delicadeza y fuerte determinación y unos ojos que, a pesar de encontrarse medio ocultos por el flequillo relucían con un color verde oscuro brillante, otorgándole a su dueño un punto muy sugerente de peligrosidad.
     - Buenos días, Bennu. -Dijo él mirándola intensamente, con una sonrisa claramente irónica, al pasar por su lado.
     - Ho...hola... -Dijo Bennu aún más asombrada de que conociese su nombre.
     Víctor continuó andando sin aminorar el paso tan siquiera un poco y Bennu, sin poder evitarlo, volvió la cabeza para verle marchar y desaparecer por el camino entre los árboles. Cuando ya le hubo perdido de vista, cerró la boca de golpe al darse cuenta de que la tenía abierta y sacudió la cabeza de lado a lado con fuerza.
     <<¿Qué estará haciendo este aquí? No vivirá cerca, ¿verdad? Qué raro...sigo creyendo que su cara me suena de algo, pero no sé de qué...quizá sí que vive por el barrio...igual me lo he cruzado alguna vez de lejos sin darme cuenta y se me ha quedado grabada su cara... De lo que sí estoy segura es de que nunca me lo he encontrado de frente estando tan cerca. De ser así, seguro que me acordaría. Sofi tenía razón...es muy guapo... ... ...¡¿Qué?! ¡Pero qué dices, tonta! ¡No, no, no! Yo no he pensado eso. Yo. No. He. Pensado. Eso. Será mejor que siga...si, tengo que seguir, o al final llegaré tarde a comisaría... Ahora que por fin me han llamado y tienen alguna noticia para mí, sólo faltaba que llegase tarde.>>

*          *          *

     Bennu entró en la comisaría y, tras pasar un control de seguridad rutinario, se dirigió directamente al puesto de información en el cual se encontraba un joven oficial.
     - Perdone, ¿El inspector Javier Martínez?
     - Creo que es a mí a quien busca. -Exclamó una voz justo detrás de ella, sobresaltándola.- Bennu Expósito, ¿verdad? Acompáñeme a mi despacho, por favor.
     Bennu siguió al inspector en silencio mientras trataba de observarle con disimulo. Era bastante más joven de lo que había esperado. Cuando había hablado con él por teléfono por primera vez, calculó que por su voz y su puesto debía pasar de los cuarenta y muchos. Sin embargo, no aparentaba muchos más de treinta. Tenía el pelo castaño oscuro casi negro, corto pero no demasiado, con el flequillo un poco largo y peinado ligeramente de lado sin llegar a taparle los ojos. El uniforme de policía, impecable y bien planchado, le daba un primer aspecto de seriedad, completamente desbaratado por su forma despreocupada de andar y su expresión aparentemente lejana y ausente, a pesar de lo evidente que resultaba que a sus rápidos y perspicaces ojos verdes no se les escapaba nada.
     <<Qué curioso>> Pensó Bennu <<También tiene los ojos verdes...como Víctor...de hecho, podría jurar que son casi idénticos, incluso en la forma irónica y sagaz que tiene de mirar...>>
     - Señora Expósito, -dijo el inspector parándose ante una puerta y sacándola de sus pensamientos- adelante, por favor. -Completó abriendo la puerta y cediéndole el paso.
     Ella se adentró y avanzó unos pasos por la envejecida moqueta gris hasta una de las dos sillas situadas frente al escritorio, en el centro de la sala. Se sentó en el borde sintiéndose un poco incómoda e intimidada por la cantidad de ficheros, estanterías y montones de papeles que la rodeaban, así como un tanto observada por todas las fotos de caras, pegadas junto un mapa de la ciudad pintarrajeado, esquemas y anotaciones varias, en una gran pizarra, que dominaba todo el espacio ubicada tras la mesa.
     El inspector se sentó en su silla y miró a Bennu.
     - ¿Y bien? ¿Qué noticias tiene para mi, inspector? -Preguntó con toda la serenidad que fue capaz de aparentar.
     - Por favor, si no te importa, llegados a este punto y teniendo en cuenta las circunstancias y que creo que tendremos que vernos bastante a menudo mientras dure la investigación, preferiría que me llamases Javi y que nos tratásemos de tu.
     - Está bien, Javi. Pero, ¿por qué me ha... has llamado? ¿Y por qué vuelves a llevar ahora tú la investigación sobre el cadáver de mi hijo? Tenía entendido que le habían pasado el caso al departamento de homicidios...
     - Si, es cierto. Eso es precisamente de lo que quería hablar. La razón de que me encargasen a mí llamarte el día que encontramos a tu hijo, fue que lo encontró mi patrulla. Mi responsabilidad en la comisaría y mi ámbito de trabajo está especializado en los asuntos de bandas callejeras. En un primer momento, el caso fue pasado a homicidios por razones obvias, pero tras observar sus características y tras tener en cuenta que últimamente dicho departamento está un poco saturado, hemos retomado nosotros la investigación.
     - Bien... -dijo Bennu- ¿Eso es todo?
     - No, por supuesto que no. No te habría hecho venir tan sólo para esto. -Dijo Javi sonriendo levemente- Creemos, por tu declaración en la denuncia de desaparición y por las características del asesinato, que tu hijo podría haber estado implicado en algún tipo de banda...o alguna clase de grupo organizado. Por ello, si no te importa, me gustaría que nos permitieses pinchar tu teléfono móvil y tu fijo, ya que hemos observado en estos casos que los asesinos pueden ponerse en contacto con los familiares para exigir el pago de alguna deuda económica que el fallecido pudiese haber tenido con ellos y que, en la mayoría de las ocasiones, puede llegar a ser el detonante del asesinato. De la misma forma, quería pedirte autorización para registrar el cuarto de tu hijo y me gustaría que tuvieses mi número de teléfono por si en cualquier momento recuerdas algo, cualquier cosa o detalle que pueda ser de utilidad, o... o por si llegase a pasar algo...
     - Sí, claro... si es totalmente necesario... -Respondió Bennu, sin mucha convicción.
     No tenía muy claro el punto de que la policía tuviese acceso a sus llamadas telefónicas. No le hacía ninguna gracia que unos extraños escuchasen sus conversaciones. Aunque, por otro lado, ¿quién la iba a llamar?
     - Y su cuerpo... -le preguntó a Javi- ¿cuándo podré enterrarle?
     - Eso va a ser complicado... -Suspiró éste con cara de preocupación.- Me temo que, en principio, no podrás retirar el cuerpo del quirófano forense hasta que finalice la investigación por completo y sea emitido el informe. Lo siento, pero son las normas.
     - De acuerdo... -Dijo Bennu cerrando los ojos con resignación.- ¿Algo más?
     - Por mi parte no. Si no te importa, abajo mis compañeros recogerán tu móvil y te entregarán unos papeles que debes firmar para autorizar el registro de la habitación de tu hijo y demás. -Añadió mientras ambos se ponían en pie.- Ellos concertarán contigo la hora para colocar el mismo dispositivo de escucha en el teléfono fijo de tu casa y, de paso, devolverte el móvil. Lo haría yo mismo, pero tengo una cita importante. No te preocupes, Bennu, todo saldrá bien. Los cogeremos. A todos.
     - Gracias, inspec...Javi. Gracias. Sé que lo haréis.
     Javi se acercó a ella mirándola intensamente tratando de infundirle ánimos y le estrechó la mano. Acto seguido, abrió la puerta e hizo un ademán para invitarla a acompañarle fuera del el despacho e indicarle el camino.
     Bennu abandonó la comisaría momentos después con un sentimiento de esperanza que no había sentido en mucho tiempo. Por lo menos ahora sabía, o creía saber, que la investigación estaba en buenas manos. Aquél tal Javi le había causado una impresión un poco extraña, con su forma de mirar tan intensa y abrumadora, pero daba la sensación de que sabía lo que hacía y de que era bueno haciendo su trabajo. Sólo eso podía explicar, para ella, que hubiese conseguido ese puesto a pesar de su evidente juventud.
     Por fin, después de tantos días, parecía que el sol tenía oportunidades de volver a lucir levemente en su vida. El asesino de su niño sería atrapado. Y él podría descansar en paz, junto a su verdadera madre.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Sobrevolando el infierno - Capítulo X: Doce de abril de 2010


      Sé que lo prometí. Una y mil veces.
     Sé que prometí que no rompería la promesa. Una y mil veces.
     Sé que estoy rompiendo la promesa y que probablemente ésta no será la última vez...
      Pero, para preservarla, me aseguraré de que esta hoja de diario desaparezca una vez que sea escrita. Aunque para ello tenga que romperla en mil pedacitos, quemarlos y machacar las cenizas, para luego esparcir estas por multitud de lugares distintos, de modo que el documento nunca pueda ser reconstruido por nadie.
     Sé que prometí que no volvería a escribir, que no volvería a engañarme a mí misma, que dejaría de encerrarme en mis problemas, que no volvería a derramar mis inútiles y silenciosos lamentos en un diario, pero necesito escribir, necesito hablar, necesito sentir que sigo viva, necesito gritar en voz alta lo que mi mente piensa...
     Pero, ¿qué pienso? ¿por qué? ¿para qué?
     Llevo días sin saber nada. Ni una noticia. Ni una llamada. Nadie me dice nada. Nadie me da una respuesta y ya no sé ni si quiero respuestas...
     Los días pasan, las horas les siguen, los minutos, los segundos...al fin y al cabo, ¿qué es eso? no es más que tiempo... sólo tiempo... ¿para qué sirve? ¿para qué ME sirve?
     El teléfono continúa mudo y yo con él.
     No como, no duermo, no hablo, no digo, no susurro...sólo callo.
     Ya no recuerdo el sonido de mi voz, ya no recuerdo el fluir de las palabras, ya no recuerdo la luz de mi sonrisa, ya no recuerdo el auténtico tacto de mis mejillas ahora bañadas en mis propias lágrimas, ya no recuerdo la antigua firmeza de mis manos temblorosas, tan sólo mis cansados ojos hablan al viento mudo, susurran a las crueles nubes de tormenta y preguntan mis por qués.
     Mientras tanto, sigo observando absorta a la gente que pasa bajo mi ventana, aferrándose fiel a su rutina, aún sabiendo que, con este comportamiento, yo reconstruyo inevitablemente la mía de una forma enfermiza y mezquina, insana para cualquier mortal.
   Quiero gritar. Quiero y no puedo. Creo que no puedo. ¿Realmente no puedo? ¿Puedo? Si abro la boca y lo intento...
     No. No puedo. No quiero poder. Quiero gritar, pero me niego a hacerlo.


     Ojalá sonase el teléfono ahora mismo. Necesito que suene ahora mismo. Necesito saber algo. Pero, ¿por qué no suena? ¿Qué estará pasando?
     La autopsia se retrasa demasiado. La policía debería haberse puesto en contacto conmigo...porque el teléfono está enchufado, ¿verdad? Y nunca me ha dado ningún problema, siempre ha funcionado correctamente...y el móvil tiene suficiente cobertura...
     No me gusta que las cosas vayan tan despacio. No es normal...
     Tengo un mal presentimiento...ojalá me equivoque.